(Por Juan Pablo Portugau)
Algo sucede en la conjunción de esas dos voces que son distintas, que a priori no parecieran ser las más adecuadas para un dúo, o no las que uno elegiría si fuese director de orquesta. Pero eso demuestra que uno no es -precisamente- ni director de orquesta ni músico. Es que algo sucede. Y si ya había quedado claro en los coros de Los Fundamentalistas (y desde que el Indio dejó los escenarios, en la progresiva apropiación del primer micrófono que los integrantes de la banda fueron transitando), eso que estaba claro lo reafirman (por si a alguien les quedaba la duda) cuando se presentan en plan "solista". Porque algo sucede. "Deborah Dixon & Luciana Palacios" no es el show de dos cantantes, es el show de esa tercera voz que son ellas juntas.
Calificativos del tipo "potente", "caliente", "poderoso", "bestial", "sensual", son además de justos y adecuados, insuficientes.
El recital comenzó sorpresivo. Sábado, de Divididos, fue una advertencia que no íbamos a estar en presencia de una banda tributo. Sino de un show con identidad. Luego, durante más de una hora, canciones de Los Redondos y de Los Fundamentalistas se sucedieron como metralleta, para saciar cualquier sed.
Dos blues que esperaba escuchar promediando el recital, sonaron en la primera tanda. Honolulu y Blues de la Libertad. El Blues de la Libertad... por lo signante que es (en la historia ricotera y en su poesía), y por ser la canción con la que Indio cede por primera vez el micrófono y se corre del escenario (spoiler alert) -allá en Gualeguaychú 2014- intuía que sería una de las canciones finales. La intuición falló.
Como me volvió a fallar cuando esperaba más bluses. Fueron los dos únicos de esa noche en Pueblo Viejo. Si el inicio del recital fue con Divididos, la expectativa de escuchar alguna otro cover de otro artista, algún "maldito piano", un "Rock me baby" de Dixon, o -porqué no- algun folclore rockeado por Palacios, esa expectativa quedó latiendo (aunque quizás sólo en mi).
La potencia con la que sonaron "Un Tal Brigitte Bardot", "Ella debe estar tan linda" y "¿Porqué será que no me quiere Dios?", pagaron (como si se tratase de eso), con creces, toda la noche.
En Todo un Palo la banda da un paso adelante y se muestra. La melodía lo permite y las cantantes se corren del foco.
La siguiente presentación es -por demás- injusta, pero puede ayudar a magnificar la banda que estuvo en el escenario: Nacho Porqueres es el bajista de Funky Torinos, la banda con la que Willi Crook grabó sus discos; el baterista Juanito Moro toca con JAF y es el hijo de Oscar Moro, el batero de Los Gatos, Serú Giran y Riff; Nico Raffetta fue tecladista de Ciro y Los Persas; el saxofonista Adrián Piro viene del jazz y el funk; el guitarrista Juan Pancino es parte de la Prince Experiencie de La Fundación de Funk. No son simples sesionistas. El funk, el jazz, el blues, está en el ADN de la banda que acompaña a Dixon & Palacios.
(De vuelta: el párrafo anterior busca servir de incentivo para que cada uno googlee a estos artistas. Y para nada definirlos en esta escueta y pobre adjetivación).
Los ricoteros, se sabe, son un público respetable. Coreó cada estrofa, saltó y bailó en cada tema, aplaudió y ovacionó a las cantantes y a la banda que fueron balsamo, protectores, del estado de ánimo en este infierno encantador.
CAPITAL PROVINCIAL DE LA RICOTA
¿Cuánto falta para que declaremos a Concordia "Capital Provincial Redondita"?
Concordia es una ciudad ricotera, sin dudas.
La de la linda damita, en la que tocaron Los Redondos allá por los '90, en la que Rocambole presentó sus libros, que tiene una sólida banda tributo como es La Parabellum, donde se vió el espectáculo SemiDawi, en la que sólo este año tocaron Baltasar Comotto (en plan duo con Macabre), y Skay Beilinson y Los Fakires (en Costa Chaval; con el mejor sonido en un recital de rock escuchado en Concordia). Y una buena forma de ir finalizando este año en el que Patricio Rey hizo escala en Concordia, sin dudas fue el potente, caliente, poderoso, sensual, show de La Dixon y La Palacios en Pueblo Viejo. Bestial.
Para consuelo de las bandas inconsolables, antes de fin de año habrá otra cita con el halo del mito. Será en Costa Chaval, el 15 de noviembre, con la presentación de Superlógico, banda que viene recorriendo el país desde hace más de 20 años con su tributo en lo musical y en la puesta en escena.
Pero ese, será otro capítulo de esta fe.
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